Anton Bruckner visitó en cierta ocasión a Wagner en Bayreuth, tras una cura de aguas en un balneario cercano. Al saberlo, el de Leipzig le espetó: “Beba cerveza, hombre, esto sí que es salud y no esas porquerías termales”. En una visita posterior, y tras una velada en la que la bebida de cebada no dejo de fluir entre ambos, Bruckner le preguntó a Wagner cuál de sus sinfonías, segunda o tercera, le gustaba más, para dedicársela. Tras la resaca cervecera, ya lejos de Bayreuth, Anton no recordaba cuál de las dos había elegido: “¿Aquella cuya melodía inicia la trompeta?”, le escribió por carta, a lo que Wagner contestó afirmativamente. Desde entonces, Richard se refería a su amigo como “Bruckner, el de la trompeta”.
Este es el boletín número 116 de la Guía del Festival de Bayreuth enviado el 29 de marzo de 2019. Si no quieres perderte ninguno, no lo dudes y suscríbete ya.