Wieland Wagner siempre fue un joven pasional y enamoradizo. En 1960 contrató a una casi adolescente soprano, Anna Silja, que con solo 20 años protagonizó uno de los debuts más juveniles en la historia del Festival. Casado y con cuatro hijos, Wieland no tuvo reparos en iniciar una relación amorosa con ella, algo que a su madre Winifred no le sentó nada bien. Harto de la intromisión materna, que vivía casa con casa, el director decidió levantar un muro de ladrillos entre ambas. Silja pudo haberse convertido en la segunda mujer de Wieland si este no hubiera fallecido repentinamente en 1966. La cantante quedó abatida y, tras 34 producciones con Wieland, decidió probar suerte en otro repertorio. Pero su pasión por Wagner hizo que debutara en 1980 como directora de escena con un Lohengrin en Bruselas.
Este es el boletín número 85 de la Guía del Festival de Bayreuth enviado el 24 de agosto de 2018. Si no quieres perderte ninguno, no lo dudes y suscríbete ya.